René González-Medina
Por Jorge Eliécer Pardo
Al contrario de María Mercedes Carranza, quien escribió la presentación a la primera edición de Escampadero, yo sí conozco desde hace más de veinticinco años al poeta René González-Medina y ya no sufro el complejo del amiguismo en la literatura. Ahora me gustaría decir que hay unos escritores con los que quiero conversar, tomar café y, sobre todo, leer.Fue por los días cuando quisimos tener una especie de asociación de escritores colombianos emulando quizás las de Cuba, admirada por su Casa de las Américas. Con un sueño compartido de más de trescientos artistas de la palabra reunidos en Ibagué en los años ochentas, fundamos la Une, —Unión Nacional de Escritores—. Ese encuentro, organizado por mi hermano Carlos Orlando y orquestado por Rosita Jaramillo, Jaime Echeverry y yo, desde Bogotá, dio como resultado no sólo muchas amistades que aún perviven sino un deseo infinito de hacer presencia en el país, en un país lleno de represiones y estigmatización política. Logramos la presencia de Germán Arciniegas, Pedro Gómez Valderrama, Luis Vidales, Germán Vargas, Eduardo Pachón Padilla y otros tantos maestros de la palabra que ya se marcharon.Allí estaba René con sus versos bajo el brazo, leyendo con voz gutural y tono caleño y riendo con las ocurrencias de los demás. Años después, cuando creamos la revista de la une, René colaboró sin interés, con textos sobre libros y caricaturas de los personajes. Diseñador del logo, escritor, periodista, distribuidor, oficios que debíamos cumplir los que llamábamos grupo responsable.Desde entonces sus poemas han tenido eso que falta tanto a la poesía colombiana: verdad. No en las pequeñas historias que refieren —porque tienen anécdota— sino en el tono y la conexión del lector con el mundo secreto y sagrado de la literatura.Sin pretensiones, snobismos ni artificios, el recorrido por las letras de este poeta amigo ha sido silencioso pero firme y disciplinado. Sin figuraciones pero con un grupo selecto de admiradores que esperan sus nuevos versos, sencillos, profundos.Me es grato invitarlo a mi espacio en la red, ese que ya nadie puede interrumpir ni poner contra la pared por circunstancias extraliterarias.Muestra de sus poemas