Nacido en San Miguel, provincia de Buenos Aires, aunque desde muy pequeño vivió en Mendoza. Inició su formación artística en la Escuela Superior de Bellas Artes de la ciudad de Mendoza, Argentina, la antigua Academia Provincial de Bellas Artes de donde regresa como Profesor de Dibujo y Pintura. Es Aparejador y maquetista de arquitectura. Miembro del Grupo Pro-Arte y Cultura. Miembro del Grupo de Linda De Sousa. (España)
Andrés Cáceres, escritor y crítico de arte manifestó en una nota en la sección cultural del periódico Los Andes de Mendoza: “Si algo caracteriza a Ovejero es la elegancia, el buen gusto, cierta temperancia en el cromatismo y un ordenamiento de luces y poses nunca del todo realista, pero sin elementos gratuitos. La fantasía, lo irreal o lo onírico siempre están en función del contenido y por sobre toda otra consideración, están la plasticidad y el efecto visual del conjunto»
La obra de Ovejero se caracteriza por su estilo romántico y evocador. Sus pinturas se enfocan en la exploración de la psique humana y sus complejas emociones, creando un ambiente onírico y nostálgico en cada una de sus obras. Su técnica es detallada y una paleta de colores suaves y sutiles para presentar escenas donde las figuras humanas y la naturaleza se funden en una sola imagen. Profundamente poética y sugestiva ha sido expuesta en diversas galerías y museos de todo el mundo. Su arte invita al espectador adentrarse en el mundo interior del ser humano y a explorar los misterios del alma y la existencia. Una oda al amor, al dolor, al misterio de la existencia y al arte como vehículo de expresión y comprensión del mundo.
En una de sus últimas muestras en Madrid (2011) en Galería Orfila, el escritor y crítico de arte, Antonio Leyva, dijo de la obra de Ovejero: “La incertidumbre, la simulación, lo reprobable que debe ser ocultado, lo que degrada o corrompe o ridiculiza o enternece -convicciones, creencias, afinidades – son los componentes perturbadores de la pintura de J.C.O. La capacidad del color para expresar estados de ánimo, para vitalizar la materia inerte, para sustanciar lo que es sólo estética por dogmática definición, mediante la proyección sobre esa estética de las conturbaciones y desasosiegos que acompaña al ser humano”. “La elocuencia plástica de su lenguaje pareciera provenir de los hallazgos del expresionismo abstracto en el que por algún tiempo militó, si bien pronto lo dramáticamente tensional, impregnado de incitaciones sensuales, en ocasiones resuelto mediante planos-secuencia que sirven a lo narrativo del conjunto, se impondrán al optimismo atildado y falsamente progresista, impostor y convencional, que trata de insensibilizar hasta la piel que envuelve nuestro esqueleto”.