Una de las virtudes que anteriormente tenían las Academias de Bellas Artes, y que es de agradecer que poco a poco se está volviendo a recuperar, era la enseñanza del oficio, de la técnica, para que así no se perdiera la noble tradición que lamentablemente y por orgullo de muchos que lo consideraban un vestigio del pasado, se perdió durante más de un siglo. Es verdad que para nuestros modernos ojos la obra de artistas como David, Ingres, Bouguereau o Cabanel nos puedan resultar en exceso clásicas, pero ellos eran custodios de un método de enseñanza que se perdió una vez apareció el Impresionismo. Como dije antes, es a partir de ahora cuando nuevas academias (como en Florencia, Barcelona, Madrid o San Petersburgo) están recuperando estos métodos de enseñanza para una nueva generación de artistas que desean algo diferente a lo que las academias normales ofrecen, o sea, desde mi propia experiencia, muy poco.
Uno de los métodos que se enseñaba, y se ha popularizado hoy día, es el llamado Sight-Size, que en español se traduciría como “Observación del tamaño”. ¿En qué consiste? Explicado de forma sencilla, consiste en poder representar, sin ayuda de herramientas, el modelo que tenemos delante (una figura, una escultura, un bodegón, etc.) respetando la proporción y que nuestro dibujo o pintura tenga el mismo tamaño del modelo tal y como lo vemos desde nuestro punto de vista. Este tipo de ejercicios, que artistas como Sargent, Philip de Lazlo o Emma Nessi emplearon en la ejecución de sus obras, es una manera de ejercitar la mirada, ya que se tiene que hacer una continua comparación del modelo con nuestra obra para que esta se parezca lo máximo posible. Es un lenguaje absolutamente objetivo.
Ozkar Kokoshka (1886-1980) debió de tener eso en mente cuando realizó la hazaña que protagonizó cuando era candidato a profesor en la Asociación de Artistas de La Secesión, en Viena. Como cuenta él mismo en sus memorias titulada “Mi vida”, estos candidatos debían asistir a un curso especial de Dibujo al natural y de Anatomía, donde realizaban desnudos y naturalezas muertas. La sala de dibujo era muy espaciosa, pero el número de alumnos era tal que resultaba casi imposible coger un buen sitio sin tener a una decena de personas que con sus caballetes y hojas de papel te impedían ver al modelo. Dado que Kokoshka era nuevo, tuvo que colocarse al final de la sala, muy lejos de donde estaba el modelo.
Aquel día el ejercicio consistía en representar, a tamaño natural, a un viejo desnudo cubierto solo con un paño que se sostenía con un bastón, sobre papel y dibujado con carboncillo, y siendo muy fiel en los detalles y al modelo. Desde su posición Kokoschka solo veía una diminuta figura, y como buen conocedor del método Sight-Size, dibujó sobre aquel inmenso trozo de papel no lo que se suponía que tenía que dibujar (un desnudo a tamaño real) sino una pequeña figura, tal y como él la veía desde su sitio.
Anton Von Kenner, que era profesor en ese curso, al pasar a su lado, se quedó horrorizado.
– Pero bueno, ¿qué hace usted? ¿Por qué no dibuja el modelo a tamaño natural, como todos los demás? -le dijo seguramente enfurecido y perplejo al joven artista.
En ese momento, otro profesor, Carl Otto Czeshka, entra a la sala. Kokoshka lo llama, y tomándole como testigo, le muestra que, desde su sitio y punto de vista, la figura era diminuta.
– ¡Señor profesor -le dice-, desde mi sitio no verá usted a ese hombre más grande de lo que lo veo yo!
Czeschka se echó a reír por lo ocurrido, mientras que Von Kenner seguramente seguiría indignado, y le dice al ocurrente joven:
– Usted lo que querría es un sitio para usted solo, ¿no es cierto?”.
Gracias a esta hazaña, Czeshka le proporcionó a Kokoschka una minúscula sala
del taller, que se convertiría en el primer estudio que tendría, o como él lo llamaría, su “celda de aislamiento”.
Uno obviamente si conoce la obra de Kokoschka se dará cuenta que no siguió los métodos que aprendió en la Academia. Y de eso realmente se trata la actual enseñanza en estas nuevas academias. Los educadores que enseñan el método Sight- Size siempre recuerdan que es solo un medio, no un fin, para la creación de una obra. Es un método que ayuda a entrenar el ojo, y que luego una vez asumido el artista emplea o no en sus propios trabajos. Una casa no puede construirse sin cimientos, porque obviamente se derrumbaría. Del mismo modo, sin tener una sólida base en cuanto a técnica y oficio, es imposible pretender crear algo verdaderamente bueno. Por ese motivo, es de encomio felicitar a los profesores de estas modernas academias, ya que su labor contribuye a que nuestro noble arte no se pierda. En un mundo del arte desértico donde reina el relativismo, necesitamos más que nunca un oasis donde beber y sentirnos seguros.